Leo la noticia en el AS
que habla sobre los nueve periódicos que se han reunido para redactar las bases
de un manifiesto que contienen los principios, deseables, para reformar en
profundidad el ciclismo, tras el escándalo Armstrong. Solo cinco de ellos lo
suscriben.
He de decir que tengo sentimientos contradictorios ante este
hecho: por un lado me parece muy positivo que aquellos con el poder suficiente
para repercutir en la opinión pública hayan tenido esta idea. Una manifiesto
cargado de buenas intenciones, loable pero desgraciadamente, a la larga, inútil.
Por otra parte me parece un tanto hipócrita que periódicos como
el País, cuya única relación con este deporte sea publicar la noticia de rigor
sobre dopaje o el Tour de Francia, haya participado en el mismo por “su amor al
ciclismo”. Al menos en los casos de la Gazzeta o L´Equipe hay una clara influencia en la creación de
Giro y Tour.
En cuanto a los demás rotativos participantes poco puedo
decir. Mi desconocimiento es profundo, eso sí, que la Gazzetta se convierta en
adalid de la lucha contra el doping, cuando todos recordamos el papel que tuvo
como defensa del “sospechoso” Pellizotti, tiene telita.
Solo hubiera faltado que Pedro J Ramírez, de la manita de
Contador, también hubiera metido a El Mundo de por medio. Al menos por su parte
veo congruencia, aunque tampoco me extrañaría que no le hubieran invitado, dado
su papel en el caso del chuletón.
Le Soir, como representante de los belgas, quizás si tenga más
autoridad moral para firmar este manifiesto. Solo hay que ver el amor y la
repercusión del ciclismo por esas tierras pero… ¿The Times? ¿Que pinta este periódico?
¿Si los británicos acaban de llegar, como quien dice? Bueno, pues recordemos
que The Times es propiedad del magnate Rupert Murdoch, propietario también de
la cadena de televisión Sky, patrocinador de Wiggins y cía.…
En cuanto a los principios que se suscriben me llama la atención
el séptimo, en el que se exige a los patrocinadores una mayor implicación.
Chapeau. La pregunta del millón: ¿Por qué empresas como Kelme, Saunier o
Rabobank, por poner ejemplos, no han sido más estrictos con managers o
directores deportivos? ¿Que clase de empresas se arriesgan a invertir en un
deporte tan dado a los escándalos? ¿Es que acaso el impacto negativo sobre la
imagen de la empresa, ante un caso de dopaje, es mínimo frente al incremento de
las ventas?
Muchas son las preguntas que deja este manifiesto que no
lleva a ninguna parte y que solo crea adalides de la moralidad y del buen
hacer.
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