26 julio 2012

PEDALEANDO EN LA OSCURIDAD


Pedaleando en la oscuridad es el título de la biografía de David Millar. Ciclista escocés, sub-campeón del mundo contra el crono y ganador de etapas tanto en el Tour de Francia, como en la Vuelta España, y sancionado por dopaje  en 2004 durante dos años.

Lo primero que tengo que decir sobre este libro, es que engancha desde la primera hoja. Me lo leí en cuatro días, pero si hubiera podido, no lo habría soltado desde el mismo momento en que empecé a leerlo.

El comienzo retrata a un joven Millar, ingenuo y soñador, que descubre el placer de montar en bici, y como poco a poco, durante su larga estancia en Hong Kong, va dando forma a su sueño de formar parte del profesionalismo europeo.

Tras su paso por distintos equipos amateurs, pasa a fichar por el todopoderoso Cofidis donde comparte equipo con Francesco Casagrande, el gran escalador italiano de los 90, y David Moncoutie, futura estrella francesa de las dos ruedas.

En sus primeras temporadas Millar tiene que aclimatarse a la dureza de la competición, pero rápidamente se hace un nombre, ganando carreras de prestigio  como Los 3 días de la Panne, hasta el momento más importante de su carrera, que le encumbra entre los más grandes: su victoria en el prólogo del Tour de Francia del año 2000, que le permitió vestirse de amarillo por delante del mismísimo  Lance Armstrong.
Pero no todo es agradable en sus comienzos. David se ha dado cuenta de la realidad que acompaña a  este  deporte, el dopaje,  que acepta como parte del juego, pero al que rechaza y reniega, formando parte de  un pelotón de dos velocidades: los que corren limpios y los que no.

David no tiene que buscar muy lejos, para ver que el dopaje se extiende por las entrañas de este deporte. Su mismo equipo lo practica, y le incita en repetidas veces a probarlo, con la consiguiente negativa por su parte.
Pero tras una temporada desastrosa  y una convivencia continua con el doping, la idea de hacer trampas cobra fuerza en su cabeza. Las altas expectativas que ha generado,  le imponen una presión extra difícil de soportar.

Millar retrata en el libro, todo el entramado que mueve el doping: médicos prestigiosos,  autoridades nacionales que miran para otro lado o ciclistas que arriesgan sus vidas por un puñado de victorias,  pues como ellos mismos admiten: el dopaje convierte a un burro en un caballo de carreras.

Tras varias temporadas saltándose la ley, Millar es descubierto, acusado y sancionado, lo que le llevará a una lucha, no solo contra  la justicia, sino contra sí mismo. Se da cuenta que sus motivaciones juveniles han sido hechas añicos, y se replantea su comportamiento.
El rechazo adicional  que entre sus conocidos y amigos supuso ser puesto en el foco del linchamiento público, le hace renacer de sus cenizas. Decide convertirse en un garante de la limpieza, en un perseguidor del dopaje. En alguien que recupere los valores que hicieron grande a este deporte. En alguien que devuelva a la gente la ilusión.

Un libro que habla sobre segundas oportunidades. Que hace que el lector entienda las motivaciones que llevan a un profesional ha cometer verdaderas locuras con su cuerpo. Que permite no solo juzgar sino también comprender. Un libro que pretende explicar que el aire limpio que trae el mundo anglosajón,  nos acerca a un ciclismo limpio. Pero sobre todo es un libro que habla sobre resurgir  y dejar atrás los errores del pasado.


23 julio 2012

JÓVENES PROMESAS


Algo que me gusta mirar cuando hecho un ojo a las clasificaciones de una gran vuelta son los tiempos de los jóvenes. Futuras promesas, tanto nacionales como extranjeras. Intuir que tipo de corredores lucharan por las grandes victorias dentro de tres o cuatro años. Sus puntos fuertes y débiles. si serán grandes croners, o quizás aguerridos escaladores de fuertes acelaraciones.


En este último Tour he estado observando a tres en particular: Tejay Van Garderen, Thibaut Pinot y Gorka 
Izaguirre.


No incluyo en esta categoría a Peter Sagan, pues este ciclista en vez de joven promesa tendría que encabezar la clasificación de futuras leyendas.



Tejay Van Garderen es un ciclista que no ha destacado especialmente en esta edición. Pero no por su fantástico 5º puesto, o por doblar a su jefe de filas, Cadel Evans, en la última crono, sino por ser un ciclista poco atacador que se limita a hacer la goma y a intentar llegar con los mejores en cada puerto.
Buen escalador y genial croner, en el futuro este ciclista será un fijo de los Top 10 en grandes vueltas. Sin grandes alardes, ni ataques en la montaña, sus rivales deberían, a partir de ahora, tenerle muy en cuenta e intentar sacarle tiempo en las subidas, si no quieren llevarse un susto cuando el reloj se ponga en marcha.



El segundo de la lista, y el ciclista revelación de este año en la ronda gala ha sido sin lugar a dudas Thibaut Pinot. Este jovencísimo francés que junto con Pierre Rolland, están destinados, ahora sí, a devolver al ciclismo francés a la posición que se merece.
Pinot me ha encantado por varias razones: su espíritu atacante, véase su victoria en la 8º etapa del Tour, así como su actuación en el Peyragudes; su estilo encima de la bicicleta, que tanto recuerda a Frank Sleckh, y en algunos momentos a Contador; su inteligencia encima de la bici… (Fascinante su ascensión el día de la pantomima- Froome).
No sabemos cuánto tiempo le durara entre las manos esta joya al pasional Marc Madiot, pero habrá que seguir de cerca a esta chaval de solo 22 añitos.

Mención especial en el ciclismo patrio es para Gorka Izaguirre. Criado en la cantera del Euskaltel, de donde probablemente veremos salir a las pocas promesas españolas del ciclismo de aquí en adelante, por culpa de la crisis.
Este ciclista debería haber ganado el premio de la combatividad de este Tour, si nos atenemos a su edad  y al enorme esfuerzo realizado, con casi cuatro etapas en fuga. Dando presencia a su equipo después del varapalo sufrido tras el abandono de Samuel Sánchez y estando con los mejores de cada fuga en las subidas, y consiguiendo un meritorio tercer puesto en la etapa reina.

Estos tres ciclistas nos harán permanecer enganchados en no demasiado tiempo. Pinot, Gorka, Tejay: el futuro es vuestro.




CICLISMO DE SOFÁ

Continuamente leo y escucho comentario del tipo: este es el Tour más aburrido de los últimos años, o los ciclistas de ahora ya no atacan como antes. Y mi favorita: si Chiapucci siguiera corriendo otro gallo cantaría.
Sirva este artículo como ejercicio de reflexión.
Pongo como ejemplo la etapa 16 del Tour de este año. Carlos de Andrés y Perico Delgado no pararon de amargarme mi pequeño momento de placer frente al televisor  recordándonos todo el tiempo que los ciclistas estaban desaprovechando el Tourmalet, que la estrategia del Liquigas no era valiente y que la organización debería replantearse el número de días de competición, si querían atraer al aficionado.

Vayamos por partes. Debemos recordar que como televidentes hay miles de factores que se nos escapan: estado físico del equipo, motivación y nivel de confianza.
No niego, que somos nosotros, aficionados de a pie, quienes con nuestro interés e ilusión fomentamos que las grandes empresas multinacionales se animen a invertir en un deporte como este. Y por tanto, a estas les interesa tenernos contentos.


Pero hay otras variables que no deben escaparse de la ecuación. La primera es que la ausencia de algún español con opciones serias en la general ha elevado nuestro nivel de exigencia en esta edición del Tour de Francia.
Mientras algunos criticaban la estrategia del Sky Postal de llevar en carrozar hasta arriba a Bradley Wiggins, estos mismos se olvidaban de lo entretenida que era la Grande Bouclé cuando Induráin gano un Tour tras otro allá por los noventa, con estrategias harto similares.
Esto también es ciclismo. Aunque no sea hermoso, una máxima del deporte, y de la vida en general, es lograr tus objetivos utilizando tus puntos fuertes. Y la otra es, que si ves que alguien es muy superior a ti, confórmate y espera un mejor momento.

La aburrida "tiranía" Armstrong, aumentó el número de televidentes al otro lado del charco en cuotas desproporcionadas.

Dos. Ese supuesto espectáculo que según nosotros si da Alberto Contador con sus ataques a 5 km de meta. ¿Acaso estamos seguros, de que nuestros vecinos lo disfrutan con el mismo fervor que nosotros? ¿Pensamos que lo consideran entretenido? ¿Ciclismo a la vieja usanza?

Tres. ¿Que ocurre cuando sometemos a los ciclistas a una presion añadida por el "bien" del espectáculo? Recorridos tipo Giro 2011, estarrato, ataques sin lógica ninguna.
¿Alguien sabe donde ha estado Morkov el resto del Tour?. Para quien no lo sepa un ciclista danés que se metió una paliza de aúpa en la primera semana por defender el maillot de la montaña.
El ciclismo sin control nos acerca al dopaje. A la ansiedad por los resultados. A la tiranía de los intereses de las empresas de comunicación que exigen sangre y lágrimas para mantener al espectador enganchado durante las 4 horas de transmisión.

Desde aquí pido al aficionado una valoración justa del ciclismo y de las propias fuerzas del ciclista. A admirar este deporte por lo que es, con su intrascendencia también. ¿Que evento deportivo, o en la vida en general puede mantener una atención continua durante cuatro horas?
No acerquemos el ciclismo a la realidad de los noventa. Disfrutemos como lo que realmente es.