Un ciclista cuyo comportamiento y profesionalidad me rechina
de dos años a esta parte, es el australiano Richie Porte. Recordemos que Porte sorprendió
a propios y extraños siendo el mejor joven y finalizando 7º en el Giro Italia
2010, cuando apenas era un semidesconocido en los círculos ciclistas.
Su actuación en tierras transalpinas le valió para fichar
por el equipo Saxo Bank y ayudar a Contador a aumentar su palmarés, en cuanto a
grandes vueltas se refiere. Y punto final. Esta es la historia.
Ese ciclista prometedor y todoterreno no hizo apenas nada.
Bueno si, tirar en los primeros 50 km de cada etapa y ser el “aguador” de su
equipo. Eso sí, cuando de actuaciones individuales se trataba su rendimiento
reflejaba la calidad que atesora. Y al finalizar el año se marcho, y ficho por
el Sky. Esta es la historia de Porte en el Saxo Bank. Efímera e intrascendente.
Me choca que un ciclista que no andaba un pimiento el año pasado,
sin lesiones reseñables de por medio e incapaz de aguantar el penúltimo puerto
entre los mejores, este año en el Tour haya
sido el ciclista que dejaba a Wiggins a cuatro kilómetros de la meta, que
neutralizaba ataques de Nibali y Evans, y que en las cronos esta a un paso de
dar la campanada y hacer algo grande.
¿A qué viene este cambio?. No estoy hablando de métodos milagrosos,
ni desconfianzas paranoides tipo doping. Estoy refiriéndome a que un corredor
que, probablemente, a mediados del año pasado sabia cual sería su destino en el
siguiente, debería haber forzado un poco más el motor por eso de la
profesionalidad, el agradecimiento por la confianza recibida y por la pasión de trabajar en lo que amas.
Ciclistas que solo miran la nomina, por mucha calidad que
atesoren, no los querría en mi equipo. Prefiero a un veterano como Tossato,
capaz de doblar Giro y Tour, y dejarse el alma por su líder. No a un ciclista
montado en el dólar.
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