Tras el fantástico etapón que se han marcado Joaquín Rodríguez
y compañía en el día hoy, doce son las etapas transcurridas hasta la fecha. El “nuevo”
formato de carrera por el que ha optado este año la organización recibe críticas
y elogios a partes iguales.
Elogios, está claro por qué. Mas finales en alto, etapas
cortas y explosivas, menos km contra el crono… e incluso puertos en la mitad de
las mismas, como en el caso de ayer. Todo esto ha supuesto audiencias record
que superan a las del “hermano mayor”,
mas aficionados en las cunetas y palmadas en las espalda de Guillen,
Olano y demás.
Por contra, un sector más “ortodoxo”, de la vieja escuela,
interpreta este recorrido como ciclismo-youtube, pues solo cinco son los
minutos en los que en cada etapa ocurre algo interesante. Además rechazan
aceptar la ausencia de cronos largas. Esas que se acercan al medio centenar de
km, y critican el recurso excesivo a los finales en alto.
Este sector también merece ser escuchado, pues son los que
sostienen las audiencias cuando no hay rampas de pendiente descomunal en el
paso del pelotón. Son ese millón y medio de espectadores que se sientan frente
al televisor a disfrutar de una gran vuelta, no de etapas con sabor a Tirreno Adriático.
Bajo mi punto de vista, y de cualquiera con dos dedos de
frente, comprenderá por contra que Unipublic, como empresa privada cuya
existencia se basa en la de maximizar los beneficios, y no la de servir al interés
público, busque recorridos de gran atención mediática que atraigan al
aficionado ocasional. Ese que ve ciclismo una semana en todo el año.
Es lógico. Encerrarse en la idea del recorrido tradicional, olvidándose
por completo de quienes son los que verdaderamente sostienen este negocio, solo
puede conducir al desastre. Solo el Tour de Francia es capaz de soportar una semana
entera de ciclistas pedaleando en interminables autopistas.
Pero admito también, que esa vieja escuela debe tener voz y
peso para influir, pues la esencia de una gran vuelta es que el más fuerte se
haga con la victoria. No el más explosivo y mediático. Esa es la esencia del
ciclismo. Al igual que en el futbol, no aumentamos el tamaño de las porterías para
hacerlo más vistoso.
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