Un tema de actualidad candente pero del que los medios
generalistas no parecen, o no quieren, hacerse eco es de los últimos estertores
de nuestra generación de oro (Valverde, Joaquín,
Luis León, Contador) y de la escasez de figuras emergentes y potenciales
ganadores de grandes vueltas en el pelotón de nuestro país. El ciclismo español
está en crisis.
Así como hasta cinco o seis años, se vislumbraban destellos
de calidad y no costaba encontrar relevo al ciclista destinatario de nuestra ilusión
y admiración, de dos años a esta parte, y utilizando como referencia la clasificación
de los jóvenes, tanto del Giro como del Tour, el panorama es alarmante.
La crisis económica, que no deja indiferente a nada ni a
nadie, se ha cobrado, en el ciclismo, su
precio en forma de desaparición de equipos, ausencia de patrocinadores y desaparición
de carreras, como la Euskal Bizikleta por poner un ejemplo.
Todo ello se traduce en una escasez de jóvenes valores, y un
futuro sombrío del que solo cuatro o cinco rayos de esperanza parecen asomar
buscando una oportunidad: Gorka Izaguirre, Castroviejo, Rafael Valls, Mikel
Landa y Beñat Intxausti. Siendo este último sobre el que recaen las mayores
esperanzas para llegar a ser un potencial ganador de Tour.
Por contra, en Gran Bretaña o Sudamérica, gracias a las
importantes inversiones que han realizado (el Sky como mayor exponente), sus
apuestas se están viendo rentabilizadas y vemos como cada vez mas corredores británicos
participan en carreras como el Tour de Francia, cuando hasta hace nada las
carreteras francesas eran territorio vedado para los ingleses. Como el
denostado ciclismo colombiano empieza a resurgir de sus cenizas, y como el ave fénix
busca volver a ser lo que un día fue. Y como el pelotón español se va menguando
poco a poco, viviendo de los últimos coletazos de un pasado mejor.
El futuro inmediato es trágico, esperemos que más adelante
sea esperanzador. Calidad no falta.
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