Hace ya quince años debutaba en
el ciclismo profesional uno de los corredores más queridos del pelotón internacional.
Y hace apenas cinco días se ha despedido, de este increíble deporte, David
Moncoutie.
Moncoutie, un ciclista sin término
medio. Del todo o nada. De lo mejor y de lo peor. De grandes victorias y
records: etapas en el Tour y Vuelta, cuatro veces campeón de la montaña en la
ronda española… Y de grandes decepciones y sequías de triunfos: Cofidis, el
sponsor de su equipo, se tiraba de los pelos mientras veía como, año tras año,
pasaba sin pena ni gloria por las carreteras de la Grande Bouclé.Sin término medio en su forma de correr: escapado o en la cola junto a los sprinters. Elegante como solo él sabía. Fiel a un equipo. Un rara avis.
Su trayectoria en el
profesionalismo comenzó junto a Millar, y como el inglés fue uno de los pocos que huyo del dopaje en
una época, y en un equipo, calificables
cuanto menos de sospechosos (Casagrande, Van Der Brocke) Pedaleando
en la oscuridad
Desde entonces empezó a labrarse
un palmarés respetable, aunque algo exiguo para un corredor de su calidad. ¿O quizás no? … David evaluó y sacrificó sus
opciones en la general en las grandes vueltas, a sabiendas de que le sería casi
imposible lograr un podio. Optó por triunfos parciales. Por las celebraciones
de corta duración. Por minimizar cualquier esfuerzo innecesario en la tarea que
el mismo se encomendaba.
Sacrificó las ilusiones de un
público francés desesperado por un nuevo ídolo al que reverenciar. Calidad no
lo faltaba, y todos lo hemos comprobado
en los últimos estertores de su carrera.
David gracias por hacernos
disfrutar. Te echaremos de menos.
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